La fertilización de cultivos y pastos con residuos orgánicos derivados de la ganadería es una alternativa viable que protege el medio ambiente al convertir la responsabilidad ambiental en un activo energético. Actualmente, la producción animal en Argentina avanza hacia sistemas intensivos y centralizados que generan más residuos sólidos y efluentes reciclables, que los expertos denominan subproductos. Estos subproductos pueden provenir de la producción avícola, porcina, láctea y de corrales de engorde. «En promedio, entre el 60 % y 70 % de los nutrientes que forman parte de la ración no se transforman ni en leche ni en carne, es decir, se excretan a través de heces y orina», dijo el técnico.
De esta manera, añade, la sustitución insuficiente de nutrientes como el nitrógeno, el fósforo y el potasio puede aliviarse en gran medida mediante el reciclaje de estos nutrientes utilizando subproductos orgánicos derivados de animales. En ese sentido, Karina García, experta del INTA Barrow Buenos Aires, señala que «dado que cada sistema productivo es diferente, su manejo y tratamiento de residuos orgánicos debe reflejar cada situación específica», destacando que «en el INTA buscamos evaluar y ajustar cada alternativa para cada situación». Los residuos generados presentan una gran variabilidad en su composición y por tanto también en el contenido de nutrientes aplicados posteriormente al suelo. Esto depende principalmente de muchos factores, como el tipo de sistema de producción, su extensión y forma de cerramiento y el sistema de limpieza utilizado.
Por otro lado, además de los factores antes mencionados, también se debe considerar el sistema de tratamiento existente, así como el tiempo de estabilización de las aguas residuales, ya que afectarán directamente la calidad de los subproductos utilizados. De esta forma, el sistema de tratamiento puede ajustarse de acuerdo con sus características, posibilidades de recuperación y objetivos perseguidos, teniendo en cuenta los requisitos operativos y económicos para garantizar que el sistema implementado sea sostenible en el tiempo. «Con las aguas residuales de la producción porcina, tratadas y estabilizadas, podemos fertilizar 110 hectáreas por año, lo que equivale al 25 por ciento del área necesaria para alimentarlos con maíz», dijo el experto. Asimismo, «para un uso adecuado de los residuos orgánicos como abono agrícola, se debe tener en cuenta su composición, el aporte de nutrientes al suelo y las necesidades de fertilización de los cultivos», dice Sosa.