A mediados de julio comenzará la campaña en la región del Chaco. Confirmaron que con el uso de bioestimulantes se podrían aumentar los rendimientos entre 280 y 400 kilogramos por hectárea.
Productores del noreste argentino iniciaron la cuenta regresiva para la siembra de girasol 2022/23, que tradicionalmente comienza a mediados de julio en la región del Chaco.
Como todos los productores, aspiran a alcanzar los más altos niveles de productividad, pero esto es precisamente una carencia del cultivo en esta parte del país.
“Podemos llegar a un potencial de 3.500 kilogramos por hectárea, los lotes tienen un perfil completo, muy buen suministro de agua, pero la realidad es que si se maneja bien, solo se puede sacar un máximo de 2.400 kilogramos, es decir, una pérdida de rendimiento del 31% se eliminan 1.500 kilogramos.
Es decir, apenas hemos llegado al 30% del potencial de producción”, resaltó Agustín Calderoni, Coordinador Técnico Regional de Stoller.
¿Dónde están esos kilogramos perdidos? “Con una utilización insuficiente de los recursos disponibles”, respondió Calderoni.
Explicó: “Las plantas son receptoras de las señales ambientales: una es la humedad, la otra es la nutrición, la otra es la temperatura. En general, las decisiones agronómicas no se ajustan para aprovechar, mejorar o enfrentar el estrés, es para el uso y consumo. No es que sea malo, pero tenemos que tener en cuenta cuánto perdimos o no ganamos”.
Para Calderoni, en vez de pensar en si los resultados fueron buenos, era mejor preguntarnos si podíamos hacerlo mejor, y empezar a ver qué herramientas del ecosistema podíamos usar para salir del bache y acercarnos al techo de rendimiento.
Un ejemplo es el agua: el uso eficiente de este recurso por parte del girasol es de 5 a 10 kg de grano por milímetro de agua. “De 5 a 10 es el doble: como productor o consultor, tengo que evaluar cómo lograr la máxima eficiencia”, agregó el representante de Stoller.
La planta captura constantemente señales ambientales y desencadena respuestas para construir su estructura de desempeño.
Incrementar la producción
En este caso, desde Stoller, aseguran que mediante el uso de bioestimulantes, como su producto Stimulate, se puede lograr un equilibrio hormonal suficiente, que permita explorar mayores rendimientos, gracias a la mayor cantidad de plantas posibles y un mayor número de capítulos o flores.
“Con la estimulación aplicada a la semilla, a razón de 20 centímetros cúbicos por kilogramo, obtendré una mayor consistencia y calidad de polinización, lo que redundará en una mejor transmisión también en la fotosíntesis, como un mayor desarrollo radicular para que las plantas puedan ser más eficientes en el uso de agua y nutrientes”, señala Calderoni.
No es una varita mágica, pero tiene como objetivo garantizar pisos más productivos: el valor de la mejora oscila entre 280 y 400 kilogramos por hectárea aproximadamente. “En promedio, ganamos 340 kilogramos”, agregó.